sábado, 5 de julio de 2014

66. Empty Memories

Pues creo que le estoy apurando, ya terminé otro capítulo, es que ya me dio la ansiedad por terminar. Ay, en lo que voy escribiendo, ya casi llega el momento en que me iré a China (?) xD Bueno, yo no, Vamaranth; falta un rato para que yo me vaya a otro lado jejejeje, lamentablemente no es a China u_u jajajaja. Bueno, el punto es que ya hay capítulo, y ya hay como dos de adelanto, o quizá más jajaja. Ok, no. Me pondré a estudiar kanjis seriamente, me he quedado en el 88 de aproximadamente 3 000, y me falta gramática aún, es un caos. Pero me gusta, lo que me da en verdad mucha flojera es inglés, y es lo que más necesito xD pero es fácil (?) , no es fácil, pero más que le japo sí, seguiré con el inglés cuando lleve 300 kanjis (?) y empiece algo de gramática. Además, viene la TP y todo eso, y me quiero aplicar para no demorarme mucho, bueno, eso digo jejeje. Y si me va bien con el japonés... iré por el chino jajaja. Me encantan los idiomas asiáticos, me encanta que poca gente en este lado del mundo les entienda. 
No quiero estudiar para el examen de la TP, además, es sólo un examen diagnóstico, no depende de eso para entrar (?)
Ahhh, es cierto, en la historia era "nefilims" no "nephilims", me hizo mal leer el último libro de cazadores en inglés, pero hasta septiembre sale en español y agreguen unas semanas para que salga en PDF, y bueno, soy una desesperada y así.
Bueno, acá va. 




El clima era lluvioso aquella tarde, Kaya había llevado un vestido azul marino para Vamaranth, ella lo miró y fingió que le gustaba; realmente era hermoso pero no era su estilo. Vami había leído todo el libro que Kaya le había prestado, lo que le llamó la atención fue el apartado donde hablaba de los nephilims o cazadores de demonios. Poseían sangre de ángel lo que les proporcionaba habilidades especiales, no sólo mataban demonios, también los subterráneos o submundos que se trataban de vampiros, hombres lobos, hadas, brujos, etc. Los humanos eran llamados mundanos. Las criaturas que parecían más difíciles eran las hadas pues mencionaba que jamás hablaban directamente debido a que no pueden mentir pero tampoco les gusta hablar con la verdad, e idearon una manera de hablar muy particular que permite maquillar las verdades.
Nephilims… Jem era un nephilim, había algo en ese chico que le llamaba mucha la atención y no le hablaría a Kaya sobre él.


Sinéad estaba infundada en un vestido de seda y encajes entallado al cuerpo que le llegaba hasta el suelo de color verde muy profundo, resaltaba perfecto con su cabello rojo que había rizado a juego con sus labios carmín. Alexander llevaba un traje negro, impecable con su cabello alborotado, parecía desesperado pues ni Kaya ni Vamaranth habían bajado. Poco tiempo después, llegó Vamaranth, lucía incómoda con su vestido y con las joyas que Kaya le había dado, si había algo que conservaba desde que era una humana era su sencillez y falta de gusto por lo ostentoso y odiaba los vestidos largos y las joyas de gran tamaño; pero esta vez debía acatar las órdenes de Kaya. La vampira no les habló a los otros, se limitó a mirarlos con desprecio cosa que ofendió fuertemente a Sinéad mientras que a Alexander poco le pareció importarle. Lo único que pareció gustarle a Vamaranth eran sus guantes de terciopelo negro, le gustaba el tacto de éstos y agradecía que no fueran largos.


Varios minutos después, apareció Kaya con un extravagante vestido dorado con rosa, muy al estilo de María Antonieta que en otra persona con un poco menos de clase parecería ridículo pero en ella no; en lo que los otros tres podían estar de acuerdo es que Kaya incluso podía usar una jaula en la cabeza y jamás lucir ridícula.


Ya lo estaban esperando los elegantes carruajes, había dos y lógicamente Kaya pidió a la más nueva de ellos que la acompañara causando aún más resentimiento a la pelirroja.

Había bastante movimiento en la casa de Selia, todos bajaron de sus carruajes; infinidad de personas, se distinguían a distancia los vampiros por su palidez y su gusto elegante pero a veces pasado de moda a la hora de vestir. Muchos llevaban sirvientes humanos. Presentes también de una forma muy peculiar estaban las personas que pertenecían al reino de las hadas, personas hermosas de color porcelana y cabellos de colores peculiares pero encantadores, sus ojos carecían de pupilas y caminaban de una forma muy ligera, demasiado hermosa e incluso parecía que apenas y sus pies tocaban el suelo; Vamaranth había leído que preferían ocultar sus alas por lo frágiles que eran. Los pocos licántropos que asistieron parecían más humanos que cualquier otra cosa pero más valía no hacerlos enfadar. Los hechiceros comúnmente usaban glamours porque tenían algo llamado “la marca” que denota su ascendencia demoniaca, la marca no era otra cosa que un rasgo nada humano en ellos, ya sea piel de coloración diferente, colas o extremidades de animales, entre otras cosas. Kaya decía que la marca de Selia eran sus pies que semejaban a patas de águila, por eso usaba vestidos largos pues le daba cierta molestia usar glamour y caminar con pies humanos; Vamaranth se llegó a preguntar cuál era la marca de Charlotte, Anette no poseía marca pues realmente era humana que había nacido con magia; un caso que pasaba una vez cada muchos años.

Había músicos humanos interpretando Suite para orquesta n.º 3 en re mayor de Bach. Les acercaron una bandeja con copas que contenían sangre, Vamaranth no sabía de dónde la habían obtenido pero tomó una y al probarla aún estaba tibia, fresca, recién obtenida; y pensaba que era lo único bueno de esa fiesta pues se estaba aburriendo. De pronto, pensó que podía ser divertido hablar con otros vampiros, y saber si todos eran más patéticos que Kaya, igual y si en verdad había rastro de inteligencia.




Jasmine llegó con Kamijo, había encontrado el nombre de un hechicero y se lo quería comunicar de inmediato.
—Dicen que es poderoso y que hace ese tipo de trabajos, ya sabes, invocaciones y todo ese tipo de cosas. —Decía Jasmine.
—Pues vamos mujer, dime de quién se trata.
—Se llama Selia. No sé dónde vive pero al menos tenemos un nombre y es alguien cercano.
—Eso sí, es importante dar con él cuánto antes, es realmente dolorosa esta situación para Flowery; no quiero que sufra ni un día más.
—Y no sólo para ella, realmente quiero a Vamaranth, es la primera persona que jamás nos temió; porque hasta Flowery dudó cuando se enteró.
—Lo sé, pero ahora ella me ama y su felicidad es mi meta.
—Te entiendo. Hay que decirle a Teru y a los demás para que nos ayuden a buscarlo; igual y Charlotte pueda tener una idea de quién sea sólo que no sabía que estaba en los alrededores.
—Creo conveniente que también hay que decirle al chico Carstairs.
—Tienes toda la razón, sé que él tiene contactos entre sus superiores que manejan una red muy grande de aliados subterráneos. Sólo esperemos que no sea como el brujo llamado Magnus, que ni siquiera sabemos dónde puede estar.
—Pues si el tal Selia fue quien ayudó a Kaya, tenemos que llegarle al precio para que nos ayude, me imagino que lo que hizo no fue nada barato. —dijo Kamijo.
—Sabes que tengo fuertes ahorros, y no dudaría en desprenderme de eso si es necesario; así que eso no es inconveniente. Si no pues haré las cosas a la mala.
—Es muy peligroso, los brujos son peligrosos.
—Yo también puedo serlo…



Durante la fiesta de los subterráneos organizada por Selia, Vamaranth tuvo la oportunidad de ser presentada con los vampiros aliados de Kaya, era lo único que valía la pena pues se los estaba ganando por su forma de pensar tan radical. Sinéad había preferido ingerir algunas bebidas alcohólicas que no la dañaban mientras que Alexander había buscado un poco de intimidad con una hermosa hada con cabello azul y ojos verdes por lo que ya se encontraba ausente.


El ambiente no era de lo más agradable, siempre había tensión en los lugares dónde se concentraban gran número de subterráneos de todos los tipos; las hadas eran las más difíciles de tratar y sólo querían entablar conversación con las personas que consideraban “hermosas” por lo que Alexander no tuvo problemas en seducir a su amante de esa noche. Pronto la atención de los vampiros se dirigió a una persona recién llegada, se trataba de una encantadora y bella vampiresa, quizá la más hermosa que Vamaranth haya visto. Sus dorados rizos caían sobre sus hombros, mientras que sus labios carmín contrastaban con sus maravillosos ojos verdes como esmeraldas; lucía un vestido blanco impecable, lucía casi como una novia, casi viva gracias a ese rubor artificial tenue en sus mejillas. Kaya hizo una mueca al verla.

—Pensé que “esa” no vendría; en fin, ni en la más distinguida reunión podremos librarnos totalmente de la chusma. —Mencionó Kaya. —Pero bueno, no merece ni la más mínima de las atenciones.

Kaya apenas había dicho eso último cuando se percató que su pequeña hija ya se había acercado a la rubia con aspecto angelical; la poseedora de dorados cabellos notó que Vamaranth se acercaba y le hizo una sutil reverencia, la chica respondió de igual forma.

—No pude pensar en no saludar a tan hermosa princesa. —Mencionó la chica.
—Veo que sabes cómo expresarte para obtener los favores de los demás —Mencionó la rubia con un fascinante acento francés —Y eso me agrada —Sonrió mostrando sus afilados colmillos —Mi nombre es Camille Belcourt.
—El mío es Vamaranth Olsson. —Ambas se dieron la mano.
—¡Vamaranth! ¿Qué te mencioné acerca de no entablar conversación con gentuza? —Kaya las había interrumpido.
—No me digas joven criatura que Kaya es tu madre.
—Pues sí te digo…
—Te compadezco, al menos  reconozco que tienes un gran potencial, sólo espero que no hayas obtenido también la amargura.
—¡Vámonos Vamaranth! —Ordenó Kaya.
—Me gustaría conocer más de Lady Belcourt, creo que estoy en mi derecho de conocer al menos a quien yo quiera.
—No te preocupes —Habló Camille— estoy segura que nos veremos pronto aunque en unos días parto de viaje; pero la inmortalidad nos une. —Miró a los ojos a Vamaranth —Siento lo que ésta tipeja te hizo, me gustaría conocer a tu verdadero yo. —Camille besó en la mejilla a Vamaranth y se perdió entre la multitud.
Kaya llevó al jardín de la casa de Selia a Vamaranth y le empezó a dar regaños por haberse acercado a Camille, la vampiresa menor sólo se limitaba a escuchar pero no hablaba aunque tampoco le estaba dando importancia a lo que su creadora hablaba. Esperó hasta que Kaya se metiera de nuevo a la casa conversando de repente con un brujo que parecía tener cola de lagarto para después disculparse y marcharse.



Kamijo había ido a ver a Teru esa noche para informarle sobre la información que había obtenido gracias a Jasmine sobre el brujo llamado Selia. El joven se mostró optimista ante lo que el vampiro le había dicho, de inmediato se quería poner a buscarlo pero Kamijo le dijo que al menos esperara a que fuera de día, que era mejor que descansara.

Cuando Kamijo se marchó, Teru fue a su estudio, hacía días que no había pintado nada, pero había una luz de esperanza para Vamaranth; tomó un lienzo poco menos largo que él y lo acomodó en un bastidor apropiado, buscó sus pinceles; tomó algunos oleos y empezó a mezclar colores. Creó un tono azul parecido al del cielo en primavera y empezó a trazar, llenando de azul la tela; de pronto, escuchó que alguien llamaba a su puerta y pensó que de nuevo era Kamijo pues sólo él podía visitarlo a esa hora puesto que ya era pasada la medianoche. Dejó sus materiales en una mesa sencilla de madera y se dispuso a salir. Atravesó su jardín sintiendo una leve brisa nocturna, pero se congeló al ver que detrás de la reja se encontraba Vamaranth en un vestido de fiesta azul, se quedó a unos metros de llegar a la puerta, hasta que la vampira le habló, sus ojos dorados parecieron brillar anormalmente.

—¿Por qué no me abres, cielo?
—¡¿Qué haces aquí?!
—¡Cuánta frialdad hacia tu prometida! La patética de Kaya me llevó a una patética fiesta; pero prefiero estar contigo, anda… déjame entrar; yo sé que me extrañas y mucho. —Ella sonreía pícaramente mientras hablaba con Teru.
—Deberías de ir con Kaya, además, dudo de tus intenciones…
—¡Vamos! —Lo interrumpió —No quiero lastimarte, sólo hablar contigo y si se puede… hacer algunas travesuras. O… ¿Prefieres que me vaya a cazar gente?
Teru hizo una mueca pero no iba a permitir que ella lastimara a personas inocentes, mientras se acercaba a abrir, recordaba dónde había dejado su espada por si la llegaba a necesitar pero esperaba que eso no sucediera pues aún era el cuerpo de la Vamaranth de antes, y de alguna manera, su alma aún estaba allí sólo que era sometida por el espíritu maligno. Cuando el chico abrió, ella se abalanzó sobre él abrazándolo amorosamente, lo intentó besar pero éste hizo a un lado su rostro y los labios fríos de ella sólo alcanzaron su mejilla.
—¿Por qué me rechazas? —Dijo ella en un tono infantil.
—Simplemente no tengo ganas, si vas a pasar, hazlo de una vez antes que me arrepienta.
—¡Qué cruel estás siendo conmigo! Pero está bien, te espero adentro en lo que cierras.


Vamaranth se adelantó puesto que ya sabía el camino, parecía que conocía más la casa de Teru que el palacio dónde vivía, se sentó en un sofá mientras esperaba a que el chico entrara. El peliplata llegó a los pocos segundos y suspiró con actitud resignado, incluso podía sentir un poco de temor pues estaba a solas con la Vamaranth con mentalidad de demonio y no tenía idea de cómo mantenerla en calma; y aunque ella le había asegurado que no lo iba a lastimar, no iba a estar totalmente seguro hasta que ella se marchara.
—¿Puedo saber qué hacías antes que yo llegara? Aún no tienes tu ropa de dormir. —Preguntó la vampira.
—Estaba pintando, recuerda que de eso vivo.
—Lo dices como si fuera cualquier oficio; eres un maravilloso pintor y por eso ganas bastante bien; por cierto… ¿no tienes algo de beber?
Teru rió sombríamente.
—Dijiste que no me ibas a lastimar…
—¡No me refiero a eso! Tú sabes, eso que los humanos beben cuando quieren celebrar o estar tristes, un poco de licor…
—No puedes beber eso.
—Esta noche vi a Sinéad beber licor por litros, así que supongo no me hará daño.
—Pues aunque sea así, yo no ingiero nada de alcohol así que no hay nada de eso en mi casa.
—¿Puedo ver lo que estas pintando?
—Apenas empecé esta noche; sólo llevo el fondo...
—Pero quiero ir a tu estudio, siempre tienes cuadros ya terminados pero que no consideras bueno; sin embargo, me gusta todo lo que haces y me gustaría verlos. He cumplido con mi promesa, si te hubiera querido atacar ya lo hubiera hecho pero me encantas y jamás lastimaría algo de tu ser tan perfecto. —Ella sonrió.
—De acuerdo, vamos.

Ambos caminaron hasta el estudio de Teru; el vestido de Vamaranth se manchó con un poco de pintura blanca que estaba abierta, ella lo notó pero no pareció importarle pues después de todo, no le gustaba el vestido. Realmente había muy pocas obras, muchas de ellas estaban allí desde que la chica era aún humana, había una aún fresca a un lado de la ventana donde entraba la luz lunar, todo era azul, no había ningún detalle más.

—¿Qué tienes pensado hacer? —Preguntó ella acercándose al lienzo.
—Aún nada, solo puse color y ya. —Dijo Teru colocando un quinqué en una de las mesas de trabajo que tenía, él aún necesitaba luz.
—¿Por qué no quieres hablar conmigo? —Preguntó Vamaranth acercándose provocadoramente al chico. —Vine para estar contigo, hace mucho que no pasamos una noche juntos haciendo ya sabes…  —Acercó sus labios al delicado cuello del joven y lo besó, él se echó hacia atrás sintiendo miedo. —No te asustes, sólo iba a besar tu piel, te prometí que no te iba a dañar y no rompo promesas, pero es que no entiendes… muero porque me hagas tuya y sé que aunque estés portándote de esta forma conmigo, también lo deseas, puedo escuchar el sonido palpitante de tu corazón.
—¡Basta! No lo haré contigo, al menos no mientras sigas siendo así; entiende, me enamoré de la Vamaranth real.
—¡Yo soy la real!
—¡No! Ella está en alguna parte de ti pero no eres ella. —Teru suspiró y miró hacia un lado, después enfocó sus ojos ante la pequeña vampira que estaba enfrente —Sí, no lo oculto, por fuera eres ella y eso me causa mucho conflicto porque la deseo terriblemente; quisiera tocarte, besarte… pero así no.
—Mi amor… —ella se echó a sus brazos, él no respondió el abrazo. —No debes de frustrarte porque aquí me tienes para satisfacer tus instintos; sigo siendo Vamaranth, sólo que tengo otro punto de vista sobre mi inmortalidad que no sería nada sin ti. Quiero que me tomes aquí mismo, yo jamás te dañaría porque sigues siendo todo para mí.
—Creo que deberías irte, no vas a lograr nada.
—¿Quieres ver?

La vampira oprimió sus labios contra los de Teru que al principio se mostraron reacios a aceptar aquel beso pero después se relajaron y correspondieron al beso; ella acomodó sus manos en la nuca del chico y él hizo lo mismo en la espalda de ella, pero poco pasó para que Teru se separara.

—No puedo —Dijo el peliplata.
—Sí puedes, sólo que no te dejas llevar, sólo relájate y que tus instintos te guíen.


Después vino otro beso, esta vez más apasionado, más intenso y hasta incluso, violento; y en efecto, Teru se estaba dejando llevar por sus instintos, por sus deseos. Se despojaron rápidamente de sus ropas pues el amanecer no tardaba y ella debía irse antes. Pronto cayeron lentamente al suelo ella abrazando fuertemente al peliplata, sujetándolo también con sus piernas mientras él la hacía llenarse de intenso placer que a cada minuto iba incrementándose súbitamente hasta que el chico no pudo más, quedando completamente agotado ante las exigencias de la vampira quien se mostró muy satisfecha con la noche que había tenido.

Él quedó vencido por el sueño hasta que a la mañana se percató que estaba él solo en su cama y con su pijama puesta. ¿Había sido un sueño? Se dirigió de nuevo al estudio y allí había, unos de los lujosos guantes de terciopelo que ella usaba aquella noche. Tenía un fuerte dolor de cabeza pero lo que más lo atormentaba era el cargo de conciencia por lo que había hecho. A los pocos minutos llegó Martha quien al encontrar al chico ya despierto, le preguntó si qué quería de desayuno, el le indicó lo que deseaba y le dijo que pusiera dos lugares en la mesa pues se acordaba que Hizaki iba a ir a comer con él. Mientras su prima llegaba y estaba listo el desayuno, se preparó un baño pues a pesar de haber dormido un par de horas, no tenía sueño.

Hizaki llegó muy emocionada llamando a su primo, él bajó apenas se vistió y aún con el cabello mojado, besó a su prima en la frente y ella le entregó un manojo de papeles que lucían como cartas con ya algunos años de antigüedad.

—¿Qué es? —Preguntó Teru.
—Son cartas. —Dijo la chica emocionada —Como sabrás, tu madre vivió en mi casa durante su juventud puesto que era hermana de mi papá así que encontré algunas cosas de ella en el desván y pensé que te gustaría conocer estas cartas pues las escribió a tu padre, también hay de él hacia ella; me imagino que fue cuando él la cortejaba. Y perdón por leerlas pero… están bien bonitas… —La chica suspiró. —Vamos, te las mostraré antes de desayunar, por cierto, traje manzanas por si apeteces una. —Mostró una bolsa de verdes manzanas, las favoritas de ellas porque le gustaba ese sabor acidito.

Fueron a la sala de estar donde se sentaron en los sillones, Teru tomó dos cartas que estaban unidas con un listón rosado y se puso a leerlas.


"Querido Edward...
Realmente me siento bendecida desde que llegaste a la aldea Philian, desde el primer momento que te vi me fascinaron tus ojos zafiros junto a tu cabello azabache; y ahora que he pasado encantadoras tardes a tu lado me siento cada día más enamorada de ti. Te amo. Mi querido Edward... tengo que decirte además que a mi hermano le has caido bien, aunque sus celos de protector no le dejan confirmarlo pero la otra noche le dijo a mamá que parecías un buen hombre y que te diera una oportunidad aunque mamá no ha dado su brazo a torcer pero su justificación solo se limita a que no eres un Philian, pero lo serías si nos casamos y entonces allí no habría problema. Espero que en tu ausencia logres romper lazos con los tuyos aunque me siento indignada que esa gente también quiera alejarte de tu familia y sobre todo de tu hermano. Si después de tu viaje los eliges, me dolerá pero lo aceptaré.

Por siempre tuya...
Lucy Penhallow"


"Mi más amada Lucy:
La decisión ya la tomé, me encontré que mi hermano también dejará a La Clave porque se ha enamorado, le insistí en ir conmigo a la aldea pero va a marcharse a Gales, es una tristeza pero al menos podemos visitarlos y ellos a nosotros de vez en cuando; ya nada me retiene a la clave y a mi regreso pediré tu mano a tu madre. Buscaré un empleo, tengo algo de dinero y podemos usarlo en la compra y venta de antigüedades, tengo muchas de los lugares a donde la Clave me mandaba a las misiones y me han permitido venderlas, las subastaré.
En tres días me estaré oficialmente libre, debo de llenar mis cartas de confidencialidad. También ya advertí que no busquen a mis hijos si es qie tenemos, quiero que vivan su infancia.
Dentro de poco estaremos juntos mi hermosa Lucy, ya deseo acariciar tu resplandeciente cabello platinado y ver tus hermosos ojos grises, te amo desde que te conocí.

Tu Edward Herondale"

Teru leyó con atención estas cartas, sin duda sus padres se amaron  pero ¿A qué se referían con La Clave? Lo más seguro era algún gremio o un clan como los Philian y los Thanatosian. Y lo más sorprendente es que tenía un tío en Gales aunque posiblemente pensó que hubiera fallecido porque jamás había sabido algo sobre él. Aunque sintió curiosidad por saber al menos su nombre. Le preguntaría a su tío por parte de los Penhallow si sabía algo al respecto aunque tendría que cacharlo cuando regresara de sus viajes cosa que era muy difícil en los últimos meses. A veces pensaba que si tío ya no quería estar en la aldea por los recuerdos sobre Lucy y era comprensible, aunque a veces admitía que le costaba ver a Hizaki sola.



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