Hola, por fin publico. Espero te guste este capítulo, perdón no publicar antes pero no he escrito. Tengo varios capítulos de avance que iré publicando poco a poco. Lo más seguro es que escriba hasta que termine la TP, lo siento.
Lo único que Teru veía eran árboles, estaba mareado de
andar dos días por aquellos caminos, la noche anterior se había hospedado en
una posada muy sencilla pero con comida muy sabrosa; pronto esos árboles fueron
haciéndose menos “salvajes” y se iban intercalando con pequeñas casas
campiranas, hasta que por fin pudo ver que habían llegado a la ciudad. Minutos
después el carro se detuvo frente a un gran edificio, se trataba del hotel donde
pasaría las noches mientras durara la feria de arte. Entró a la recepción para
registrarse, su reservación ya estaba hecha, sus pinturas ya habían sido
llevadas a la galería, las rotuló perfectamente para que no tuviera problemas.
Notó con agrado que su habitación era bonita, por la ventana se podía ver la
ciudad, la cama era muy cómoda con sábanas de algodón azules, el estilo en la
decoración era clásico, no era muy grande pero era acogedora, la feria empezaba
hasta el mediodía siguiente por lo que podía dormir un tiempo considerable. Había
un sofá con flores estampadas color turquesa también muy cómodo. Se dio una
ducha y se recostó, el último pensamiento que tuvo en su mente era Vamaranth
¿ya habría despertado?
La Feria de Arte estaba llena de artistas plásticos de
diferentes categorías, los cuadros de Teru eran los más elogiados aunque él
realmente se encontraba aburrido, no le gustaba estar entre la gente que gozaba
de estatus sociales privilegiados, los sentía vacíos y a menudo creía que
podían ver un cuadro con una gran mancha naranja y decir que era una obra de
arte, pero ellos eran los que más estaban dispuestos a pagar así que trataba de
ser amable, pero realmente resultaba seco en su trato, cosa que jamás le fue
impedimento para vender alguno que otro cuadro. Fue invitado a una fiesta por una joven muy bella y por lo que se veía,
muy rica pero él negó tal invitación, sólo quería irse a descansar. Cuando
llegó al hotel, la chica de la recepción le avisó que había una señorita que lo
estaba buscando, él pensó que tal vez Vamaranth había despertado y que Jem la
había llevado hasta allá. Su corazón brincaba en su pecho y se dirigió a la
cafetería del hotel donde le habían dicho que estaba la chica, pero al llegar
se sintió desilusionado.
—¿Qué haces aquí y cómo me encontraste? —Dijo el peliplata
sin ni siquiera sentarse.
—¿Por qué eres tan hostil conmigo? Quería darte una
sorpresa al venir hasta aquí. —Respondió Scarlet.
—No entiendo para qué me seguiste hasta aquí, ¡por Dios!
¡Estamos tan lejos de la aldea!
—Por eso pensé que era buena idea venir a verte. Estar sólo
tan lejos de casa y tantos días. Y la verdad, tu prometida ni se deja ver,
parece que ya no le importas.
—Regresa a casa, no sabes lo que dices; no la conoces en lo
más mínimo así que no hables de ella.
—No puedo regresar a casa, no compré pasaje de venida en el
tren y por el momento no hay, están todos vendidos. Como a ti te trajeron.
Tampoco tengo donde hospedarme, los hoteles están llenos por lo de la Feria de
Arte.
—¿Y qué vas a hacer? Es increíble que no hayas pensado ni
en lo más básico.
—Pues me voy a tener
que quedar contigo entonces, no puedes dejar a una señorita como yo a la deriva
en medio de una ciudad desconocida y sin posibilidad de regresar a casa.
—No puedo creer que seas tan torpe. No te vas a quedar
conmigo. Entiende que sería una ofensa a mi prometida.
—¡No es ofensa! Le dices la verdad, que hice una tontería y
ya, pero las ciudades por las noches son feas y peligrosas para alguien como yo. Soy demasiado bonita para dormir en el parque, la ciudad seguro está llena
de pervertidos.
—Te dejaré quedar pero dormiré en el sofá. No quiero que me
molestes, es muy cansado estar de un lado a otro durante la feria.
—¡Gracias! Jamás dejarás esa nobleza que amo en ti.
La chica se iba a cercar a abrazar a Teru pero éste se hizo
a un lado. Le dijo que lo siguiera. Scarlet llevaba una maleta excesivamente
grande y pesada por lo que Teru tuvo que ayudarle. Él no podía negar que estaba
bastante irritado ante tan molesta visita.
El día que Teru partió, Vami se mostró nostálgica, quería
acompañarlo en aquel viaje pero aún no se sentía lista para ir con él, de
hecho, no se sentía lista para presentarse ante nadie. Aquella noche había
discutido con Jem porque él le había comprado muchos libros. Él se estaba
alistando porque había encontrado demonios en la zona, al parecer, un humano
encontró una clase de portal del infierno y lo activo por lo que dejó salir
varios demonios antes que se cerrara de nuevo. Jem decía que esas cosas solían
pasar más a menudo de los que cualquiera pudiera imaginar. Vamaranth le pidió
ir con él para ayudarlo, él se negó pero ella insistía. Él le volvió a decir
que sería peligroso pero ella le aseguró que sabía defenderse.
—Lo demonios son muy diferentes a lo demás que hayan
tratado. —Aseguraba el cazador. —No es lo mismo un demonio a un vampiro. No voy
a dejar que nada te lastime, Teru te dejó a mi cargo. Yo sé cómo lidiar con
demonios así que no representará ningún riesgo para mí.
—¿Y si necesitas ayuda por muy mínima que sea? ¡Jem! No
quiero que algo te pase… yo… —Ella agachó su mirada, el chico se acercó a ella,
la tomó de la mano y le habló dulcemente.
—No me va a pasar nada, confía en mí. Mientras tú me
esperes, haré todo para volver con vida.
Carstairs vestía completamente de negro, un color que le
ayudaba a destacar el tono plateado de su cabello y hacía ver su piel aún más
gris, pero ese gris era lo que lo hacía ver aún más bello. Llevaba varias
armas, todas con runas grabadas en ellas. Para un humano normal sería excesivo
portar todas esas armas pero él no era un humano normal. A pesar que iba a
matar demonios, Jem se despidió con una sonrisa. Vamaranth no se quedó quieta,
salió minutos después que Jem se marchó, iba siguiendo su rastro, no quería que
fuera sólo, tenía miedo por él.
Poco a poco, Jem iba llegando a una ciudad industrial.
Vamaranth lo seguía con extremo cuidado, el joven entró a lo que parecía una
bodega abandonada, la vampira esperó un momento antes de entrar ella también.
El olor dentro de aquella bodega era nauseabundo, de esas veces donde Vami
odiaba tener los sentidos tan desarrollados. No veía a Jem por ninguna parte y
el olor no la dejaba identificarlo por olfato, Jem usaba una runa de silencio
por lo que sus pasos no se escuchaban. Todo estaba muy oscuro pero la chica
podía ver perfectamente, vio de algo se movía detrás de unos botes, se acercó
para ver si se trataba James pero su sorpresa fue grande cuando encontró una
criatura espeluznante, tenía brazos muy parecidos a una mantis religiosa, era
poco más grande que un chimpancé, no tenía ojos, se veía su piel muy parecida a
la de un anfibio, Vami iba a gritar cuando la criatura abrió la boca y pudo ver
pequeños colmillos en como si se tratara de una piraña. Iba a correr pero aquel
ser la tomó con sus brazos, en la punta tenía algo muy similar a una navaja muy
grande, estaba muy cerca de su cuello a punto de cortárselo. Ella iba a gritar
pero tomó la cabeza de la criatura y lo arrojó contra la pared, él chilló espantosamente, pero arremetió de
nuevo contra Vamaranth, ella luchó para librarse de esa criatura, sujeto los
brazos, su mano izquierda sangraba pues había tocado el área del filo, lo
empujó hasta tocar la pared, aquella “cosa” no paraba de chillar.
—¡Mátalo si puedes! ¡Es un demonio! —Gritó Jem quien se
había acercado al escuchar tanto ruido.
Vamaranth reunió sus fuerzas y desprendió los brazos del
demonio, chilló con dolor, algo gruñó tras de ella pero no le prestó atención
hasta no desprender también la cabeza. Salía líquido negro que ella prefirió no
tocar. Miró hasta donde se encontraba Jem y sintió terror al ver que él luchaba
contra una criatura idéntica a la que había matado pero 6 o quizá 10 veces más
grande y más aterrador. La espada de Jem había cortado ya uno de los brazos lo
que había desatado la ira del demonio y era más difícil de matar. El chico le
arrojó un cuchillo a la chica quien lo tomó de inmediato.
—Trata de darle a la cabeza, yo la distraigo —Era un
demonio “hembra” —perfora su cráneo y por favor…cuídate.
Vamaranth buscó la forma de hacer llegar el cuchillo hasta
la cabeza del demonio, Jem luchaba para ser el centro de atención del monstruo.
La vampira miró unos contenedores apilados, subió en ellos y una vez arriba, se dejó caer sobre el demonio, la
piel de éste era resbalosa y babosa lo que le dificultó el agarre. La criatura
al sentirla en la espalda empezó a agitarse violentamente, ella clavó el cuchillo
en aquella piel resbaladiza para tener un apoyo y sujetarse con más fuerza, Jem
dio un salto para impedir ser herido por la mano en forma de navaja de la
criatura para después hacer un corte a la altura del abdomen donde empezó a
emanar líquido negro (la sangre de los demonios se le llama “icor”) pero Jem
sabía que eso no lo iba a matar. Vami llegó hasta el cuello del demonio y lanzó
con fuerza el cuchillo dando justamente en el centro. La criatura chilló de
dolor, era un chillido insoportable, se estremeció y cayó. Vami no reaccionó a
tiempo y cayó también quedando bajo el cuerpo de la criatura que después de
unos instantes desapareció. El cazador corrió hasta donde estaba la vampira.
—Estoy bien —Dijo ella con evidente dolor. Su mano
sangraba.
—¡Estás sangrando! —Jem rasgó su camisa y vendó la mano de
Vamaranth.
—Va a sanar en unos minutos, no tienes que preocuparte.
—Va a sanar, pero en un día o dos. Te lo hizo un demonio.
Te dije que te quedaras.
—Pero pude ayudarte.
—Y te agradezco mucho pero te pusiste en peligro. Odiaría
si algo te pasara. Vamos a casa. Necesito tomar un baño, tengo icor en mi ropa.
Vamaranth llegó rápido a bañarse, mientras Jem guardaba de
nuevo sus armas. Cuando la vampira terminó él entró al baño. La vampira
aprovechaba para cepillarse el cabello sentada en la cama de Jem, miraba a
través de la ventana, ya era pasada la media noche y el cielo estaba totalmente
despejado, había dejado una vela prendida más por costumbre que por necesidad,
Vami sopló a la vela para apagarla y poder disfrutar de la vista nocturna
mientras leía uno de los libros que Jem le había comprado. Absorta en la
lectura no miró cuando Jem había entrado en la habitación
—Siento entrar, la camisa de mi pijama se mojó en el baño
así que buscaba una camiseta para dormir.
La chica miró hacia el joven quien buscaba a tientas en un
cajón guiándose sólo con la luz de luna que entraba por la ventana, abrió sus
ojos al notar que él en efecto, no llevaba camisa y pudo presenciar el delgado
pero fuerte y marcado abdomen del joven, sintió sonrojarse aunque sabía que no
podía, abrió los ojos como platos en una expresión de sorpresa.
—Ya encontré una, se me olvidó una vela pero no la
necesité. —El chico sonreía angelicalmente. —Me da gusto ver que te hayan
gustado los libros que te compre a pesar que me reñiste por eso.
Vamaranth no podía evitar sentirse avergonzada por admirar
aquel torso tan perfecto, ni siquiera Teru después de tantos entrenamientos
tenía algo parecido.
—¿Pasa algo? ¿Por qué no me respondes? —Preguntó Jem
desconcertado ante la Vamaranth atónita.
—No… es que… yo… pensaba en el libro que estaba leyendo y
bueno, pues… sólo eso. —Respondió algo nerviosa.
—Disculpa pero… ¿en verdad aún no quieres ver a nadie?
—Estaba pensando en ello hace un momento, me gustaría ver a
Charlotte, quisiera hablar con ella sobre lo que ocurrió con Yuki. ¿Podrías ir
por ella mañana? Lamento ocasionarte tantas molestias.
—No te preocupes, con mucho gusto cumplo sus caprichos,
señorita Olsson. —Vamaranth jamás había visto molesto a Jem, siempre sonreía, y
eso admiraba mucho de él.
Las cosas no mejoraban en el castillo Soile, todos estaban
como ausentes salvo Tarja quien muy a su pesar, tenía que preparar todo para
empezar la instrucción de Flowery, habían contratado a una institutriz para que
le enseñara buenos modales dignos de la nobleza, su hija había discutido por
eso pero a la vez pensó que era bueno para mantener su mente ocupada, quizá si
hacía lo que su madre le dijera, ella sería menos severa. Tarja lloraba cada
noche pensando en su hija menor, no creía que ahora fuera un vampiro, un ser
que necesitaba de sangre para poder vivir, alguien que viviría por siempre en
el cuerpo de una jovencita. Quería verla pero necesitaba tiempo para
asimilarlo, sabía que Anette salía cada mañana a verla y le preguntaba cómo
estaba, siempre la misma respuesta… dormida. Tuomas no se había acercado al
piano, no tenía ganas de música, le había preguntado a su hermana por el lugar
donde se encontraba su hija pero ella no le había querido decir nada, que sólo
se conformara con saber que estaba bien y que todo tenía su tiempo. El conde
estaba desconcertado, tenía poco tiempo de conocer a sus nietas pero sentía un
gran afecto por ellas, y aunque Vamaranth siempre fue la más distante, le dolía
lo que estaba pasando.
Quien se mostraba desesperado era Kamijo, sólo podía
comunicarse “ilegalmente” con Flow por medio de cartas, pero él no quería eso,
quería abrazarla, besar sus labios, quería estar junto a ella, pero tampoco
quería molestar a su familia. Sólo salía cuando estaba sediento pero de otra
manera se internaba en su castillo, a veces ni con Jasmine quería hablar.
Cuando por fin Vamaranth pudo hablar con Charlotte se
mostró tímida, pero la bruja pelirroja corrió a darle un afectuoso abrazo, la
vampira le dijo que no debía de ser tan cariñosa con ella porque había hecho
algo muy malo.
—Lo sé todo —mencionó Charlotte —Y entiendo que no fue tu
culpa.
—¡¿Lo sabes?! ¡Me siento tan avergonzada! Pero… ¿cómo?
—Yuki me lo dijo, al menos fue sincero pero quien actuó mal
fue él. También se lo dijo a Teru.
—¡¿Qué?! ¡No puede ser! ¿Qué pensará de mí?
—¿Aún no sabe que despertaste?
—Para serte sincera, desperté hace ya varios días pero
necesitaba tiempo, y pues Teru venía a verme,
a veces escuchaba lo que me decía, era como si no se hubiera enterado de
nada, seguía tan dulce, tan amoroso. Incluso le dijo a Jem que como no iba a
estar en Soile, que si despertaba, me mudara a su casa. Teru…
—¿Ves? Él te ama, confía en ti y sabe perfectamente que no
fue tu culpa. No lo dejes ir, habla con él lo más pronto que puedas.
—Tendré que esperar hasta que regrese.
—Eso no es cierto. —Jem llegaba con unas cuantas galletas
de nuez para Charlotte —Te dije que yo podría llevarte, mira, según mis cuentas
hoy acaba de empezar la feria esa, son dos días de camino, llegaremos a tiempo
si partimos mañana por la tarde.
—¿En verdad harías eso? —Preguntó Vamaranth.
—Por ti enfrentaría yo sólo y sin armas a un demonio mayor.
—Jem sonrió.
—¿Qué sabes de mi hermana?
—Al parecer cancelaron su compromiso con Kamijo.
—¡No puede ser! ¡todo esto por mi maldita culpa!
—No es cierto. Tarde o temprano tenían que saberlo.
—Argumentó Charlotte.
—Pero no era la forma. ¡Soy la peor persona!
—No lo digas ni de broma. —Mencionó Jem muy severo.
—Necesito hablar contigo Jem, te traje algo. —Decía
Charlotte.
—Puedo dejarlos aquí, quisiera ir a preparar algunas cosas
para ir con Teru. Con permiso.
La vampira subió las escaleras pero sintió curiosidad por
saber sobre qué hablaría Charlotte con Jem, y fue débil a su tentación por lo
que se colocó donde no pudieran verla, era una suerte poder escuchar desde una
distancia considerable.
—Te traje más yin fen —Dijo Charlotte a Jem —no pude
conseguir más pero creo que te puede servir.
—Muchas gracias, temo que Vamaranth deba beber más. Al
menos no le hizo daño. No como a mí.
—Eres humano, ella es un vampiro y sumado a eso, tiene al
demonio en ella, el Yin Fen jamás iba a tocar su sangre. Y… ¿cómo has estado?
—A veces me siento débil pero siempre hay un motivo para
ser fuertes. Vamaranth se ha convertido en ese motivo. —La vampira sintió un
salto en su corazón al escucharlo —No sabes Charlotte, me he enamorado.
—¿Y aún así te ofreciste a llevarla con Teru? ¿No te dan
celos?
—Sí, pero mientras ella sea feliz, yo soy feliz. Y si de
esta forma puedo participar en esa felicidad, mucho mejor. Además, Teru puede
ser un vampiro, yo por el Yin Fen ya no, él puede estar con ella por siempre, o
incluso si decide ser humano, le espera una larga vida a su lado. Como sabes, el
yin fen mata de a poco.
—Pero si lo dejas, te matará de golpe.
—Lo sé, y se me acaba la droga, debo regresar a China por
más. Pero quiero que antes de marcharme, ella sea feliz, puede que ya jamás la
vuelva a ver. Puedo morir en un año así como puedo morir mañana. Sería egoísta
de mi parte tratar de atarla a mi lado. Y lo más importante es que ella ama a
Teru, jamás me va a corresponder. Y soy feliz al verla sonreír aunque el motivo
de esa sonrisa sea otro hombre.
—Jem, no sabes cuánto lo siento. Desde que supe lo del Yin
Fen con tan sólo verte, siempre me pregunté cómo era que una persona desahuciada
pudiera sonreír siempre.
—Porque no le temo a la muerte, estoy en paz. Y la cúspide
de mi felicidad fue el conocer a Vamaranth. Ayudarla me dejará irme tranquilo.
—Pero piensa en que puedes vivir más tiempo.
—Puedo, pero sería muy feliz si al menos, la muerte me
llevara después de reunir a Vami con su persona especial. La amo tanto…
¿Jem iba a morir? Eso destrozó el corazón de Vamaranth al
escucharlo, una lágrima escarlata corrió por su mejilla. Él iba a morir, él la
amaba, ella no a él. Pero lo único que podía hacer por él era ser feliz con
Teru. Subió a preparar la ropa que llevaría, no tenía maleta, quizá le pediría a
Charlotte una. Tenía las escasas cosas que Jasmine le había llevado así que no
tardó en doblar todo y dejarlo sobre una silla. Jem iba a regresar a China, Jem
iba a morir, el viaje que haría con él sería la última vez que lo vería. En el
fondo de su corazón sabía que no quería perderlo.
En la tarde siguiente, Vamaranth guardó sus cosas en la
maleta que le había prestado Charlotte, Jem llevaba una muy pequeña pues iría
de ida y vuelta. La bruja había conseguido los pasajes en tren, que si bien era
rápido, tenía que dar mucha vuelta para llegar. Estuvieron a tiempo en la
estación y emprendieron el viaje. Vamaranth quiso aferrarse a Jem, sería la
última vez que estaba con él y sujetó el brazo del chico, él acomodó su cabeza
sobre la de ella. Hablaron poco durante el camino.
Al llegar, como era casi de noche fueron corriendo a la
sede de dónde era la Feria de Arte, pero ya habían cerrado el lugar, aunque a
Jem nada se le escapaba y le preguntó el nombre de Teru a Vami.
—Teru Herondale.
—¿Cómo dijiste? —Jem parecía sorprendido al escuchar el
apellido de Teru.
—Herondale, te lo puedo deletrear.
—No gracias, así está bien. Preguntemos por Teru Herondale
entonces.
Preguntando por el pintor Herondale dieron con el hotel
donde Teru se alojaba. Iban a cruzar una avenida para llegar. Un joven con
cabello plateado salió del hotel, Vamaranth sonrió con felicidad al verlo, se
trataba de Teru y lo podía ver muy bien pese que Jem parecía no alcanzar a
verlo, iba a correr (discretamente) hasta él pero hubo algo que la detuvo, tras
de él salió una chica, se trataba de Scarlet quien sin más, corrió hasta donde
caminaba Teru y lo besó en los labios. Vamaranth miraba aquella escena que de
despedazaba el corazón, Jem la miró llorar y no tardó en limpiar sus lágrimas
rojas.
Ella seguía inmóvil, Teru caminaba con Scarlet al lado,
parecía que reñían un poco pero ella no lo soltaba, Vamaranth cubrió su rostro
con sus manos.
—Vámonos Jem, nada tengo que hacer aquí. Se ve que ya
ocuparon mi lugar.
—¿Estás segura?
—Teru y Scarlet están juntos, se hospedan en el mismo hotel
y además se besaron… no tengo motivos para seguir aquí. No debía de haber
venido.
—Yo no debí de traerte. Vamos a la estación a ver si alcanzamos un pasaje de para
regresar a Soile.
—Jem… me duele mucho, pero yo tengo la culpa de todo.
—¡Calma! —Él la abrazó con fuerza. —Yo jamás te hubiera
hecho esto —Susurró. —Eres una parte muy importante en mi vida y primero me
mataría antes de lastimar tu corazón.